viernes, 13 de julio de 2012

La Mandinga! y su rol en el campo cultural de Formosa

 

Luego de cuatro meses de preparación del nuevo Espacio en Deán Funes 35, La Mandinga! reinicia sus espectáculos a todo teatro, música y calores artísticos. A continuación, una breve reseña de su función medular.

El Espacio Cultural Independiente La Mandinga! cumple hoy (y desde hace tres años) en la dinámica cultural de nuestra ciudad una tarea bisagra muy poco frecuente en Formosa. Abrazada a las artes, se aproxima en algunos aspectos a la que cumplen y cumplieron en su momento el grupo Arlequín en Comandante Fontana, Litea en Pirané, y Utopía en Formosa, por citar algunos. Me refiero a los aspectos de proyección hacia lo social, desde el espectáculo: sea teatro, circo o murga, late en la confección de los shows un fin humano, comunitario, solidario.

No obstante, permanecen sólo en potencia las intervenciones sociales más activas. Recordamos que el Centro de Experimentación Artística Utopía 2000, como caso, organizó -durante al menos diez años- cursos de capacitación y promoción sobre el arte como elemento ético, visitó o invitó escuelas y centros educativos, atravesó lo teatral invitando a las demás artes (y en paralelo, La Mandinga! sí hizo foco en todas las artes), gestionó activamente giras a otras localidades y visitas de otros elencos a Formosa, y siempre las difundió como un modo de hacer lo social. La Mandinga! empieza a tomar la posta, hoy, de lo que se debe seguir haciendo en materia de cultura y sociedad, desde el escenario.

 

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Integrantes de La Mandinga! con artistas invitados. FOTO: Silvana Manzana

Aunque los artistas de La Mandinga no son, oficialmente hablando, gestores culturales, ni admiten por completo pretender llevar a cabo gestiones de gran envergadura, baste conocer el espíritu de algunos de ellos para pensar en una vocación de gestión. Los trabajos giran en torno a eso, convierten al Espacio en un punto de encuentro de comunidades y movimientos sociales ligados a la cultura que buscan un lugar desde donde manifestarse. Sucedió así con los miembros de las etnias originarias, cuando se difundieron en su espacio los documentales y voces sobre la matanza de Rincón Bomba, y con los editores alternativos de la región, cuando decidieron abrir la partida con la Recontra Feria del Libro Independiente y Autogestionado. Los ejemplos podrían seguir. El Espacio enfatiza siempre su solidaridad con el reclamo de derechos de los grupos de poder minoritarios. Es el margen de la hoja, donde todo queda por contrastar a la palabra dominante. Es un espacio político, social, pero no partidario. Espacio de negociación donde se debate el espacio mismo, no el arte (que tampoco es mercancía). No es un espacio de divorcio porque el divorcio sustituye el diálogo por la verdad monolítica. Y la verdad monolítica peca de infidelidad.

Pienso en el Espacio como uno de formación, ideológica, cultural, social, moral. Pienso en la solidaridad que ejercita el espacio, en su modelo de cohesión, no como queja, sino como debate. Pienso en los trazos y dibujos que se enlazan en el mural donde el Espacio nos da la bienvenida, paletas y brillos que integran el arte al espacio formoseño. En su murga, pienso, que asalta por sorpresa al formoseño desprevenido, lo tienta, lo seduce, desde los mensajes comprometidos socialmente, cadenciosos y siempre festivos.

La Mandinga! asume su lugar emergente en la serie cultural local, pero no está en el margen, sino en la tensión fronteriza, la dinámica que constituye una semiosfera (al decir semiótico, ecosistema de signos culturales en constante intercambio y enriquecimiento). Hoy, reabriendo su Espacio, apuesta a revitalizar las ramas del arte y lo artesanal, de todas las edades, de todos los matices, como construcciones colectivas.

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Fuegos circenses (Ruarte Expresiones Circenses, Corrientes), durante la inauguración del Espacio Cultural Independiente La Mandinga!. FOTO: Silvana Manzana

Pienso que el Espacio es un espacio, de puertas abiertas, sin límites. Lo transitan quienes desean asumir la convivencia y el intercambio cultural: música, teatro, poesía, artes visuales, y educación, son sólo una muestra. Donde no se realizan experimentaciones desatinadas ni se buscan innovaciones transgresoras, sino concientización, reflexión, responsabilidad y arte (siempre arte). Sus producciones tienen origen en el colectivo de artistas y apelan al colectivo social para crecer y difundirse; trabajan y crean con proyección popular, sin pretender una apreciación académica o del público especializado, sobre sus espectáculos. Buscan entretener a la familia, y componen mensajes humanos, éticos, que son la raíz de sus producciones musicales, circenses, de teatro y de títeres.

El Espacio se forma, seguro, con el atravesamiento colectivo, pulso vital, donde todos merecen las artes de todos (técnica, poética, estética, práctica), las valoran y las difunden. Todo se comparte. Las artes, pintura, escultura, literatura, danza, música, etcétera: son las artes los senderos de la reflexión, el pensamiento, y la intervención comunitaria: son las artes los senderos que atraviesan el Espacio, que es un valioso tejido, y de los más artesanales.

 

Rodrigo Nicolás Villalba Rojas

(Publicado originalmente bajo el título “Apología del arte murgalés”,

en suplemento Cultura La Mañana, 08/07/2012, p. 2)

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