jueves, 16 de junio de 2011

EDUARDO CONTRERAS: Por él mismo

 

SOBRE LA EXPERIENCIA DE ‘OHÚ CHEY CHALO CUÉ’

(1º PARTE)

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Con tutela de Roberto Vega en aquella época (año 2000), la consigna del Instituto era crear un teatro con identidad. Yo tenía enfrente diez mujeres (todas vecinas de Villa Escolar). No me quedaba otra cosa que empezar a escribir porque si no, no podía generar una producción con diez mujeres, que en parte además eran gente grande: como Teresa Britez y Sara Britez (que ganó como mejor actriz).

El año que empezó el fomento había gente de Villa Escolar y de Mansilla. Hubo un gran revuelo para la formación del grupo de teatro; esa vez se pararon las clases y hubo una gran clase de teatro para todo el colegio, para todos los docentes, con participación de la directora.

Pasaron cosas muy locas, muy raras, medio increíbles: ¡que tanta gente se acercara!

Eso habla de una identidad, y justifica también por qué hago yo teatro.

Y si tomamos el texto: no hay fórmulas, y desde el texto vos liberás cosas; es un poco lo que habla Lacan, se toma el inconsciente y el psicoanálisis, y el hecho artístico, que es un factor inconsciente.

Antonin Artaud escribió algo así: “cada una de las manifestaciones heladas de mi alma, echa su baba sobre mí”. Grotowski consideraba profeta del teatro a Artaud. Yo en mis años de estudiante, en la Escuela Municipal de Arte Dramático en la Ciudad de Buenos Aires en los primeros años de la democracia, fui muy influenciado por ambos. Artaud cuestionaba mucho su época; Grotowski decía que la enfermedad de su época era la esquizofrenia y Artaud no era esquizofrénico, tenía quizá otras consideraciones, pero no estaba fragmentado, y ese era quizá el gran problema de Artaud, por el cual él sufría tanto…

Toda mi generación, la mayoría, una vez que terminó la dictadura se volcó a hacer teatro. Tuve la suerte de conocer gente muy talentosa que fue profesora mía y mi formación es muy psicologista y muy filosófica.

Y creo que en Ohú Cheŷ Chalo Cué se ven todas estas cuestiones, y de algún modo tomamos el concepto de antropología inconsciente. Esto era lo mío.

Desde la concepción actoral se daba mucha lata sobre el proceso creador, para ir encontrando tu teatralidad ¡Y el proceso creador está en el inconsciente! “Cada una de las manifestaciones heladas de mi alma, echa su baba sobre mí…”.

EL PAYÉ (2005) Foto: Carlos Ramos

En EL PAYÉ (2001-2006) fue así. Villa Escolar es un pueblo. (Yo nací en un pueblo, y no fue difícil que me aceptaran, siendo un porteñito de mierda… y tenemos que hablar ahí del inconsciente...) Estábamos trabajando en el Ateneo, un gran galpón, y di una consigna; dije “hay que generar un espectáculo, tenemos que generar una producción”, y la consigna era que debía ser algo que nos represente; dije “bueno, les doy quince minutos, me voy afuera, y piensen, a ver qué sale…”

Yo no participé.

Vino el argumento. Y yo la única corrección que hice fue, como la payesera es rechazada del pueblo, y se iba, decirles “no, no se va del pueblo, se queda, no se va… porque, si no, me sacás el conflicto como elemento”, y sin conflicto el teatro es un bodrio, no hay ninguna tensión, es una charla de café, no es nada.

Para mí es un espacio de reflexión el teatro…

Se generó así, a partir del proceso creador.

Yo soy actor y mi experiencia es actoral. Por ahí traían algo escrito y en el espacio eso escrito se modificaba, o a partir de eso se generaban acciones: hay un inconsciente colectivo en los grupos humanos, y en los grupos teatrales. Hay anclajes del inconsciente para que tantas personas se pongan de acuerdo sobre algo. Yo creo que los anclajes son subjetivos y muchas veces están anclados sobre principios. Había un principio desde la técnica, que era el principio de la verdad en el espacio, y la verdad en el arte del actor. Y esto se unía con él, con la verdad del conflicto. Es una delgada línea roja: el personaje lo hacés vos. No es un señor que va pasando por la vereda del frente. Está tu inconsciente.

También el nombre es un anclaje.

El nombre Ohú Cheŷ Chalo Cué viene de las partes que hablan el guaraní; como está esta cosa del jopará. Llegado el momento de ponerle el nombre al grupo les dije “Pónganle el nombre en guaraní”…

Y no querían ponerle el nombre en guaraní. Yo les hice rescatar eso. No sé por qué.

Quizá cuando vine a Formosa, porque me impresionaba mucho. Yo era un bicho de teatro, a mí la vida, por desgracia, se me va desarrollando como una puesta en escena, y eso que la gente que no me conoce le parece raro. Y escuchar así discutiendo en el mercado, esa cosa, no sé, gutural, de las vísceras, que no entendía nada lo que decían pero a la vez, de otro modo, entendía; cuando se pelean la payesera con su antagónica dije “Esta parte va en guaraní”. La gente se reía mucho.

También había gente que lloraba mucho también.

Yo vi a jurados llorar con “EL PAYÉ”.

 

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[EXTRACTO DE LA ENTREVISTA REALIZADA EL 27/04/2011

POR Mario Gawrylczuk Armoa y Rodrigo Villalba Rojas]